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Algunas reflexiones acerca de la economía de "las drogas"


Algunas reflexiones en torno a la economía de las drogas.


Propongo comenzar por intentar determinar la significancia económica que el “narcotráfico” tiene en la economía mundial al mismo tiempo que exponer las dificultades que se observan en tal intento. Dichas dificultades determinan un grave obstáculo metodológico que imposibilitan realizar un diagnóstico preciso pero que, en definitiva, sirven para conocer aproximadamente la cadena de comercialización de dichas sustancias.

Según informes realizados por la OEA , apenas un 1% del total de ventas al por menor llega a los cultivadores en la región andina. Específicamente en relación a la cocaína, se calcula que las ventas al por menor en los Estados Unidos representan unos $34.000 millones de dólares, de un mercado mundial de alrededor de U$85.000 millones (1).

Entre los factores que dificultan tal determinación se destaca primariamente la ilegalidad, y la consecuente clandestinidad, de este tipo de operaciones que hace que se realicen fuera de los circuitos comerciales tradicionales. La mayoría de las operaciones se hacen al contado o, más recientemente, mediante monedas digitales tales como bitcoin, litecoin, peercoin, quark, dogecoin, etc. En consecuencia, las estimaciones son, necesariamente, aproximadas, parciales y, en muchos casos, contradictorias.

Básicamente hay dos métodos para calcular el volumen económico generado por el narcotráfico. Veamos el primero de ellos:


1.- Método de la oferta: A lo largo del tiempo se ha intentado la determinación del monto económico del narcotráfico mediante diversos métodos. Un primer intento para determinar dicho monto se puede realizar en función de la cantidad de hectáreas sembradas de coca. Mediante este método se toman datos satelitales que estiman la producción de hoja de coca y amapola en los principales países productores.

Tomemos por ejemplo a Colombia y veamos: nos encontramos que para el Departamento de Estado de los EE.UU. la cantidad de hectáreas sembradas de coca en Colombia (quien disputa con Bolivia y Perú el primer puesto en producción mundial) para fines del 2015 era de 159.000 hectáreas. Para el mismo período, el Sistema Integrado de Monitoreo de Cultivos Ilícitos de Naciones Unidas (SIMCI), estimaba en 96.000 hectáreas los cultivos de coca en ese mismo país. A su vez, la Policía de Colombia fijaba en 80.000 la cantidad de hectáreas sembradas. Es decir que según la fuente que se tome, nos encontramos con margen de error significativo, entre el 49% y el 16% entre el máximo y el mínimo estimado de hectáreas sembradas.

Lo antes dicho permite observar la imprecisión de los cálculos económicos que se realicen en función del mismo. Asimismo, la aproximación basada en el número de hectáreas es insuficiente y debe ser complementada analizando el rendimiento por hectárea (rinde), el cual se encuentra en ascenso debido al desarrollo de nuevas técnicas y tecnologías agropecuarias y químicas que incrementan significativamente el mismo, así como la concentración de estupefaciente en el arbusto de la planta Erythroxylum coca (nombre científico del arbusto de coca) (2). Otros elementos a tener en cuenta son la frecuencia de las cosechas (que varían de 4 a 6 anuales); la eficacia de los trabajos de erradicación; los decomisos exitosos; la capacidad de los procesadores en convertir la hoja de coca en cocaína, los métodos de distribución, etc. (3)

No menos significativa (y relacionada también con el aspecto epistemológico) es que, detrás de ambos métodos, el de la oferta y el de la demanda, se puede observar una intencionalidad política en los datos que se brindan. Esto es así puesto que la mayor parte de la información que se conoce es producida mayormente por los organismos y agencias encargadas de la represión de este tipo de actividad. De ahí que el presupuesto que se les asigne varía en más o en menos según la gravedad estimada de la problemática (recordarán aquellos que peinan algunas canas los informes deliberadamente exagerados acerca del poderío militar de la ex URSS durante la guerra fría y, más recientemente, las armas de destrucción masiva de IRAK). Ya lo decía más claramente Emilio Lamos de Espinoza al mencionar que toda burocracia está interesada en una ampliación de su ámbito de competencia y orientada hacia la producción de noticias y datos normalmente sesgados.

Atento a ello es que un análisis económico del comercio de estas sustancias basado en las incautaciones que se producen (otro aspecto posible para la determinación de la economía que generan los estupefacientes en base a la oferta), resulta también insuficiente puesto que ellas dependen, no sólo de la necesidad de supervivencia de las agencias responsables de dichos procedimientos, sino de su eficiencia y de las denuncias realizadas por la población.


2.- Método de la demanda: En otro sentido son varios los expertos que señalan otra metodología apta a los efectos de determinar el monto económico resultante de la comercialización de estupefacientes, resultaría el precio de los mismos en el marcado. Dicho método obtiene la información de encuestas de hogares y de estudiantes, datos obtenidos de las oficinas de admisión hospitalaria, de la población carcelaria, de investigaciones de las agencias encargadas de la lucha contra el narcotráfico, etc.

Según esta metodología, la UNODC estima que los principales mercados minoristas son Norteamérica (47% del mercado mundial), seguido de Europa Occidental y Central (39% del mercado mundial) y América Latina (4% del mercado mundial) . A lo antes dicho hay que sumar la entrada en escena de ciertos países del sur asiático y Oceanía, los cuales han elevado su prevalencia de consumo significativamente a lo largo de los últimos años a pesar de que no son significativos todavía en el total del consumo global y el boom de las drogas de diseño entre los consumidores.

Para ver el precio específico de la cocaína (y otros estupefacientes) por país acceda a este vínculo https://public.tableau.com/profile/elconfidencial.lab…realizado en base a datos del World Drug Report de UNODC.

Sin embargo, para este método la cifra negra del delito (casos que no llegan a conocimiento por no ser denunciados, registrados o descubiertos por el Estado) se presenta como un escollo insalvable que determina un elevado margen de error . Es que la tensión existente entre los delitos realmente cometidos y los que efectivamente llegan a conocimiento y son tratados por el sistema penal, engloba un número de difícil determinación, aunque significativo que tiene, a su vez, consecuencias que determinan un aumento de la cifra negra. Ello puesto que la falta de respuesta del Estado ante determinados casos "empuja" a las personas a no denunciar los actos ilícitos, a no reconocerse a sí mismas como víctimas y, en consecuencia, a la impunidad que el infractor penal asume. Impunidad que eleva considerablemente el costo-beneficio de denunciar y termina incidiendo negativamente contra la posibilidad de hacerlo.

Lo antes dicho, si bien válido para la mayoría de los delitos, resulta más relevante en el caso del narcotráfico donde la tendencia a criminalizar a las víctimas se encuentra difundida en la mayoría de los países que han adscripto a la “guerra contra el narcotráfico” haciendo que no sea susceptible de medirse en una encuesta de victimización. Adicionalmente, dicha postura de “guerra contra las drogas” implica la imposibilidad de realizar un mejor diseño de políticas públicas, en materia de seguridad pública, prevención de delitos y asistencia a los afectados por el consumo problemático de estupefacientes.

Convendría recordar en este sentido lo dicho por Lamo de Espinosa en su obra “Delitos sin víctima. Orden social y ambivalencia moral”, cuando refiere que “los análisis históricos conocidos de procesos sociales de criminalización de drogas, homosexualidad, prostitución y fenómenos semejantes muestran una pauta común. Se trata siempre de movimientos sociales en que se dirime la definición de cuál es la moral dominante (es decir, pública, sea positiva o no) y a través de ello cuál es el grupo dominante”.


Algunas características y particularidades del mercado de los estupefacientes: Cualquiera de las dos metodologías mencionadas anteriormente debe ponderar asimismo una serie de variables que pueden determinar la inexactitud de la información obtenida.


Si bien los estupefacientes resultan un commoditie (ilegal pero commoditie al fin), no responden en un 100% a las leyes de oferta y demanda del mercado. Ello debido a su característica de clandestinidad que lo convierte en un cuasi monopolio (lo que podríamos denominar como narcopolio). Es decir que, si bien la base de la oferta de la materia prima se encuentra en pequeños productores, al no intervenir grandes firmas (como los laboratorios farmacéuticos o las grandes tabacaleras internacionales), los diversos actores integrantes de la cadena ilícita de comercialización (campesinos, productores/fabricantes, contrabandistas, distribuidores al por mayor y vendedores), tienen libertad para fijar precios en función de sus riesgos específicos puesto que el narcotráfico tiende a no estar verticalmente integrado.

Se trata de un mercado con una alta tasa de fidelización de la clientela (los consumidores) que compiten fuera del margen de la ley y, en cierta medida, de las leyes del mercado. Sin embargo, dicha exclusión de las leyes del mercado no es absoluta, puesto que variaciones determinadas por el mercado mundial de factores ajenos al circuito de comercialización de los estupefacientes tienen influencia sobre el mismo. Ello debido a que, en una economía criminal globalizada, los cambios de la producción en un país no se pueden entender sin tener en cuenta variaciones en el resto del mundo. Así, por mencionar algunos factores no directamente relacionados con el mercado de estupefacientes:


  • La baja del precio del cacao, (uno de los cultivos subsidiados por el gobierno colombiano como estrategia de sustitución de plantaciones) a nivel internacional determina un incremento en el cultivo de coca en Colombia (4) ;

  • La mejora en la cotización del oro restringe la mano de obra de las plantaciones de coca, quienes se trasladan a la minería informal (5);

  • El alza del dólar coincide generalmente con el incremento de las hectáreas sembradas de coca, puesto que determina mayores ganancias y conlleva un desplazamiento de la fuerza de trabajo hacia el mercado de drogas ilegales.

Otro punto que merece un abordaje independiente, por lo extenso del mismo pero que no quiero dejar de mencionar, se relaciona con el incremento de la deuda externa de los países productores de estupefacientes puesto que el empobrecimiento de grandes sectores de la población, debido a la baja rentabilidad de los productos básicos tradicionales, se han desplazado hacia el cultivo de la coca e, incipientemente en México, de la amapola. Es que la baja de los precios de las materias primas exportadas, la consecuente depresión de las economías y el consecuente incremento en los índices de pobreza “empuja” a grandes sectores de la población a encontrar otras fuentes de ingresos. Responsabilizar únicamente a sectores criminales con el incremento de la producción significa ignorar que el cultivo de coca se ha convertido en una estrategia de supervivencia, principalmente para trabajadores campesinos de algunos países de América Latina.


Anualmente se calcula entre 320.000 y 450.000 millones de dólares el volumen de la economía que producen los estupefacientes , convirtiéndola en la tercera industria más rentable (detrás apenas de la industria alimenticia y el petróleo), habiendo desplazado al tráfico de armas, a la trata de personas, al cibercrimen y a la piratería y falsificación de marcas, como el sector más rentable dentro de las actividades ilícitas (6).

A esta altura conviene preguntarse: ¿resulta posible con cierto grado de exactitud magnificar el volumen económico generado por el narcotráfico? Y, sobre todo, ¿qué utilidad tendría dicho parámetro?

Una respuesta a la primera pregunta, es que tal vez se pueda generar un modelo que tomando en cuenta numerosas variables permita un acercamiento más exacto respecto del volumen económico del mismo.

Respecto de la utilidad, seguramente permitiría evaluar la efectividad de las políticas desplegadas en la reducción del mismo o, como en el caso de la “guerra contra las drogas” de la inefectividad de la criminalización como respuesta.

Es que lo que sí se puede establecer con relativa exactitud es el dispendio económico que esta guerra implica y que, determina que, como resultado fallido de la guerra contra las drogas, hoy en día, luego de décadas de su implementación e, irónicamente, cuando los países en donde se ideó tal doctrina se encuentran abandonando paulatinamente la misma, los estupefacientes se obtienen a menores precios, mejor calidad y la base de consumidores se ha incrementado significativamente.

Ello por no mencionar algunas de las consecuencias que dicha política de guerra ha generado, principalmente en países de América Latina, Asia y Africa (tema extenso que amerita un desarrollo posterior) tales como una creciente corrupción, desperdicio de recursos económicos con el consecuente debilitamiento de economías nacionales, marginación y desigualdad y afectación de la salud pública.

 

(1) http://www.cicad.oas.org/…/…/laEconomicaNarcotrafico_ESP.pdf (2) El potencial de la producción aumentó debido a una combinación de métodos más eficaces para extraer los alcaloides de la hoja de coca, refinarlos y convertirlos en clorhidrato de cocaína y a un cambio en el coeficiente de maduración y no maduración de los campos de cultivo, el cual produjo mejores cosechas (El problema de drogas en América Latina: Estudios, OEA). En Colombia, particularmente, la mezcla con variedades especialmente potentes, como la Tingo María de Perú, ha incrementado significativamente el rendimiento por hectárea calculándose que de 6,7kg/ha cosechada se obtiene actualmente 6,8kg/ha, es decir, un incremento del 1,5%. (3) Además, es importante señalar que las cifras de hectáreas cultivadas en Colombia, Bolivia y Perú (principales productores mundiales) son, a su vez, difícilmente comparables debido a los sistemas diferenciados de monitoreo y medición.

(4) http://www.emol.com/…/el-chocolate-pierde-mercado-ante-la-c… (5) Este proceso fue claramente observable en Colombia entre los años 2010 y 2011 cuando el precio del oro alcanzó niveles récord (US$1.900 la onza), por lo que numerosos "raspachines", principalmente en el departamento de Antioquia, que tiene grandes yacimientos de oro, se volcaron a la extracción de dicho metal. (6) https://www.unodc.org/…/Illicit_financial_flows_2011_web.pdf

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