El disenso.... y el valor de un sistema institucional fuerte ligado al principio pro homine
El disenso.... y el valor de un sistema institucional fuerte ligado al principio pro homine.
Si no hay debate, disenso, e intercambio de ideas no hay libertad... las únicas sociedades donde hay opinión unánime son las autoritarias en donde se impide el disenso y la expresión de ideas contrarias a sus "valores".
Suena idílico pensar en una sociedad donde todos piensen y actúen de la misma forma pero ello es contrario a la naturaleza humana y hasta contraproducente. Las diferencias enriquecen lejos de debilitar, como dice Residente, en cierto punto de nuestra vida, todos somos anormales (1). Gracias a las diferencias la sociedad encuentra modelos que le permiten o avanzar, o retroceder.... es que no siempre esos modelos resultan en un estado mejor de las cosas... a veces implican una involución y a veces un avance en relación al orden previo de la sociedad. No existe sistema político perfecto, aunque si algunos más perfectos que otros... es sabido que aun desde el sistema democrático ideas totalitarias han sabido imponerse respetando formalmente sus reglas para luego, una vez en el poder, atentar contra el mismo sistema democrático (recordar ascenso del nacionalsocialismo en Alemania). Es por ello que resulta necesario pensar mecanismos de protección que limiten las posibilidades de regímenes autoritarios. En ese sentido el principio pro homine resulta un instrumento de gran valor.
Respeto a la diversidad...
Uno de los desafíos más complejos consiste en escuchar todo, hasta lo que nos parezca terrible, y razonar para acercar posiciones, fomentar el diálogo constructivo. Este ejercicio debería ser recíproco...entre el emisor y el receptor... Obviamente en muchos casos nos encontraremos con que esto no es posible, que del otro lado existe tal estrechez mental que no hay espacio para una visión alternativa a la que se sostiene, que se rechaza esa visión alternativa simplemente por ser distinta a la se sostiene. Es el caso de los fundamentalistas.
Ligado a lo antes dicho se presenta otro desafío... una vez que se logra escuchar lo distinto a lo que uno sostiene, es necesario reconocer que independientemente de nuestras convicciones hay otras que, aunque no compartamos, tienen legitimidad para determinadas personas o grupos sociales y por lo tanto deben respetarse. Se trata de intentar comprender los motivos que fundamentan dicha opinión entre esas personas/grupos/sectores, etc y que les otorgan legitimidad.
Límites... Como dijera anteriormente, la historia nos enseña numerosos casos en donde ideas totalitarias adquieren legitimidad recurriendo a mecanismos institucionales establecidos. Se trata entonces de desarrollar instituciones que sean lo suficientemente fuertes como para impedir la perversión de la sociedad política para beneficio de quien coyunturalmente detente el poder (se trate de quien se trate). En este sentido creo firmemente, como persona ligada al derecho, que el punto de partida de cualquier sistema institucional de tales características debe ser el principio pro homine según el la hermenéutica (interpretación) de las normas debe realizarse siempre en el sentido que favorezcan la vigencia de los derechos humanos y que, como corolario, dichos derechos no acepten retroceso o restricciones de su operatividad (progresividad).
Ahora ambos... respeto y límites... De esa forma podrán alternarse distintas corrientes políticas en el ejercicio del poder que aplicarán modelos económicos y políticas sociales y/o culturales diversas, pero con la seguridad jurídica suficiente de saber que no se afectarán derechos y garantías fundamentales de aquellas minorías, circunstanciales o no, permitiendo el establecimiento de un régimen autoritario.... es que desde Martin Niemöller (2) y su famoso "Primero vinieron a buscar a los comunistas...", debería quedar claro que aquello que se permite en nombre y beneficio de las mayorías, puede aplicarse, posteriormente, en su perjuicio.
En consecuencia... se trata de promover un debate entre distintos sectores que, partiendo de un objetivo común, y trascendiendo la propia ideología, sean capaces de pensar y crear instituciones fuertes (fuerza entendida como adhesión a reglas claras, sustentables y respetuosas de la diversidad) basadas en el respeto a los derechos humanos y el principio pro homine.
(1)
(2) Suele atribuirse erróneamente a Bertolt Brecht dicho poema siendo el antes citado su autor (Niemöller).